Ha quedado flasheada por el nuevo chofer sintiendo el impúdico deseo de pedirle que venga a buscarla esperándolo en tanga mostrando las ganas de follar que tiene.
Parece una nena púdica, sin embargo Kimberly Brix esconde una implacable zorra que consigue lo que quiere.
Al responder al llamado la encuentra con lencería blanca, lo mira y corre la tanga. Abiertos labios vaginales enseguida atraen al empleado que se los come sin respeto.
Un enorme pedazo de carne blanca entra en delicados labios, intenta recorrerlo pero es mucho. Él por detrás se la acomoda al coño que tiene unos pocos pelitos pelirrojos. Si que es grande eso, la hace temblar. Metiendo uno, dos y tres dedos al culo logra dilatarla.
Empuja y entra, agradece, gracias por esa verga en mi culo dice la jovencita que ya no quiere por delante.